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Historia

En los oscuros y fríos páramos de los Andes ecuatorianos, se cuenta la historia del Guagua Auca, un niño fantasma que vaga por las noches. Aparece como un bebé indefenso, llorando desconsoladamente, esperando que algún viajero lo recoja. Conmovidos por su llanto, muchos lo levantan, solo para descubrir que no es un bebé normal. A medida que lo sostienen en brazos, el niño comienza a crecer rápidamente, volviéndose pesado y grotesco. Sus rasgos se transforman, revelando una criatura oscura y maligna. Se dice que aquellos que caen en su trampa son condenados a un destino terrible, pues el Guagua Auca trae consigo desgracias y muerte. Las personas que lo ven suelen sentir un escalofrío recorrer sus espaldas antes de escuchar su llanto. La única forma de evitar su maldición es resistir el impulso de ayudarlo, no importando cuán desgarrador suene su llanto. La leyenda del Guagua Auca sigue siendo una advertencia para quienes se aventuran en los páramos de noche: no siempre lo que parece un ser indefenso es lo que parece.